Aún sin concluir, 2018 ya es de lejos el año con más procesos de reorganización aceptados por la Superintendencia de Sociedades. Según ese organismo, hasta octubre 31 admitió a 468 empresas, mientras en todo 2017 fueron 399 las que iniciaron ese proceso.
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Como lo señala la Ley 1116 de 2006 (régimen de insolvencia) la finalidad de la reorganización es “la protección del crédito, y la recuperación y protección de la empresa como unidad de explotación económica y fuente generadora de empleo”.
Desde la entrada en vigencia de esa legislación, con corte al 31 de octubre, 2.506 procesos de reorganización fueron aceptados por la Superintendencia de Sociedades. De los cuales, hasta entonces, 584 concluyeron y 1.108 estaban en negociación.
Del total de empresas en reorganización, 200 son grandes y 408 medianas;. por sectores, 299 son del comercio, 208 del manufacturaero, 185 de servicios y 108 de construcción. Y por regiones, 704 de Bogotá, 339 de Antioquia y 261 del Valle del Cauca.
Como proveedor, contrarrestar los efectos de la insolvencia de un cliente es una tarea difícil, más si el dinamismo económico no ha sido el deseado, como este año: el PIB del país creció apenas 2.5% hasta septiembre. Y sectores clave, como construcción, retrocedieron: decreció 8.2% en el primer trimestre, 7.6% en el segundo y creció 1.8% en el tercero. Entre tanto, la Encuesta de Opinión Industrial Conjunta, que lidera la Andi, reportó que entre enero y agosto la producción manufacturera bajó en tres de los 13 sectores analizados. Y en siete, las ventas nacionales bajaron: entre esos el de hilatura, tejeduría y acabado de productos textiles.
Hacerle frente a la circunstancia inesperada de un cliente que empieza a atrasarse en el pago de las facturas o que llega al punto de acogerse a la ley de insolvencia, equivale a estar en el peor de los escenarios por el efecto inmediato en la liquidez del negocio. Por ello, en la caja de herramientas de la empresa debe estar el seguro de crédito, que es el mejor antídoto, ya que no solo permite reducir el impacto negativo de esa eventualidad, sino disponer de información oportuna para decidir sobre bases sólidas si es conveniente venderle a crédito a un cliente.
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