La economía de Brasil tuvo su período más crítico en la década de los 80 y 90. Su base económica se orientaba hacia la exportación, esto como medida para mejorar las condiciones de sus cuentas externas dado el fuerte incremento de su endeudamiento. Sin embargo, durante esa época los principales desequilibrios económicos fueron de carácter interno, debido al déficit fiscal financiado por deuda interna y la alta inflación. Adicionalmente, en un marco de bajo dinamismo económico, no era de sorprender que las tasas de inversión se hayan visto debilitadas, lo que tuvo como consecuencia un descenso importante del ahorro externo, la falta de confianza de los financiadores y de los inversionistas externos.
Foto: www.sxc.hu (Autor: Leonardo Barbosa)
El punto de quiebre en el desempeño económico se dio a partir de 1993 comenzando un proceso de recuperación que se consolidó con la adopción del denominado Plan Real. La adopción de este plan de estabilización se dividió en tres etapas:
Aprobación en febrero de 1994 por parte del Congreso de un Fondo Social de Emergencia, que permitió al gobierno asignar sin restricciones el 20% de sus ingresos, que hasta entonces estaban destinados a áreas específicas.
Adopción en marzo de 1994 de la unidad real de valor (URV), mantenida en paridad con el dólar estadounidense. La URV demostró ser una herramienta que permitió sincronizar las variaciones de precios y salarios, e influyó asimismo en las expectativas inflacionarias.
En julio de 1994 se adopta una nueva moneda, el Real, en la que pasan automáticamente a cotizarse los precios en URV; convirtiéndose no sólo en unidad de cuenta, sino también en el nuevo medio de pagos en la economía.
La consolidación de este nuevo modelo económico permitió el control de la tasa inflacionaria, la cual había superado el 2.000% en 1993, para 1994 se encontraba en un 40%, y continuó descendiendo hasta llegar a niveles controlados de un 2% para 1998.
Tras superar esta situación económica, Brasil ha logrado consolidarse en los últimos 10 años como la principal economía de América Latina, contando con un rol de superpoder en la producción agrícola, descubriendo masivas reservas de petróleo en el Atlántico, pagando sus deudas con el Fondo Monetario Internacional y desarrollando una diplomacia más enérgica. Igualmente, el país del fútbol vio surgir una nueva clase media, cuyo poder adquisitivo ha impulsado el continuo crecimiento económico, y la combinación de éxito económico con medidas oficiales de distribución de la riqueza ha colaborado para que millones de personas dejen atrás la pobreza.
En definitiva, la economía del Brasil es hoy en día menos vulnerable que en décadas anteriores. Sin embargo, aún el país no alcanza las tasas de crecimiento que lo situarían como uno de los mercados emergentes de primera línea, esto debido a que las inversiones y la propia iniciativa empresarial se ven perjudicadas por el hecho de que la economía brasileña sigue estando muy rezagada en los índices de libertad económica.
Frente a esto, la actual Presidenta Dilma Rousseff, quién es una economista de izquierda, está planeando dar un nuevo punto de quiebre al modelo económico de su país, tal vez no tan trascendental como el ocurrido en 1993. Para este año Rousseff planea suavizar las reglas sobre gasto público, asegurar una tasa de interés de referencia del 7,25%, apoyar el otorgamiento de mayores niveles de crédito y asegurar que los inversionistas puedan aceptar menores retornos sobre proyectos que se desarrollan en su nación. Si este nuevo plan económico es exitoso, la sexta economía del mundo saldría de su reciente estancamiento y se ubicaría en tasas de crecimiento superiores al 4% para 2013 y años futuros.
Alejandro Escobar Correa
Director Sectorial.co
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