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Colombia no Supo Administrar la Bonanza Petrolera

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La caída en los precios internacionales del petróleo ha afectado a todos los países exportadores de crudo, entre ellos, Colombia, que ha recibido el impacto en sus finanzas. La petróleo-dependencia del país muestra la debilidad estructural de la economía al tratar de soportar su crecimiento en otros sectores. Además, la poca inversión en capital productivo compromete la sostenibilidad del país.

Fuente: www.freeimages.com Autor: Ádám Bálint

A Colombia no le bastó con la aguda crisis de los años sesenta para advertir el riesgo de soportar la estabilidad económica en la bonanza de un producto dominante, como lo fue el café en el siglo pasado.
Durante la década pasada, los altos precios de los commodities a nivel mundial permitieron a muchas economías diversificar su oferta exportable e invertir en la explotación de dichos bienes. Fue el caso de Colombia, donde el incremento de los precios del petróleo, ligado a la inversión en infraestructura del sector, permitió que el país experimentara un auge económico dentro de la denominada locomotora minero-energética.
Entre el 2002 y el 2011 la producción petrolera creció cerca de un 58%, los precios más del 300% y los ingresos un 548%. Además, las exportaciones de crudo llegaron a representar más del 50% del total de las ventas al exterior y casi el 12% del Producto Interno Bruto (PIB). El creciente flujo de capital que llegó al país significó una importante fuente de financiación para el país. Entre estos períodos, la Inversión Extranjera Directa (IED) representó más del 60% de los pasivos totales de la cuenta financiera de la balanza de pagos, y dentro de estos, el rubro dirigido al sector petrolero ascendió al 30%.
Sin embargo, toda bonanza es temporal y los precios de mercado varían, el valor del petróleo y demás commodities han caído de manera significativa durante el último año, afectando los ingresos por ventas de estos bienes. En este contexto, Colombia ha sido una de las economías del mundo donde ha tenido mayor impacto está situación, lo cual se evidencia en la alta devaluación, la disminución de la inversión, la inflación desbordada y el alto déficit fiscal; por lo que vale la pena preguntarse qué ha sucedido con los altos ingresos percibidos durante las vacas gordas y qué manejo le han dado los gobiernos a estos dineros?.
Poca Inversión en Sectores Productivos, Poca Austeridad y Mucha Burocracia.Durante los años 2003 a 2013 el sector agropecuario creció en promedio un 2,3% y el industrial un 3,2%, a la vez que el sector de minería lo hizo a un ritmo de 6%. Adicionalmente, el agro aumentó 2,5 veces menos que el sector extractivo y la industria 2 veces menos. Estas dos actividades combinadas redujeron su participación en el PIB de 21,9% a 17,2%, de 2003 a 2014. Pero lo peor, es que, pese a la mala situación del sector minero-energético, esta aún persiste.
Si bien es cierto que las exportaciones han caído drásticamente durante el último año, cabe aclarar que la reducción en el grueso de las ventas al exterior no es totalmente culpa de la caída de los precios del petróleo, pues las exportaciones ya presentaban una reducción antes del desplome; prueba de esto es la caída de las exportaciones no tradicionales. A lo anterior se suma que la balanza comercial para el año 2014 presentó el peor déficit en su historia, superando los US$6.290 millones, y que durante los primero seis meses del año 2015 acumuló un déficit por US$6.717 millones, superando en 7% el déficit total de 2014.
Estas cifras cuestionan la eficiencia de las políticas económicas implementadas por el Estado, el manejo que le ha dado a las finanzas públicas y la relación entre gasto-inversión que ha ejercido. Durante los años donde se presentaron los precios más altos del crudo, el gasto por parte del Estado fue del 8%, mucho más alto que el crecimiento de la economía. A su vez, la deuda pública aumentó el 112% durante ese periodo y se descuidaron otros sectores productivos de la economía. El crecimiento promedio del presupuesto para minería fue de casi el 70% entre 2003 y 2015, mientras que para el agro fue de 16% y para la industria de 8%.
Así las cosas, es lamentable saber que la bonanza petrolera dejó entre el 2010 y 2013 más de $55 billones de pesos, se dejó de invertir capital en sectores productivos industriales y en el agro y que por lo tanto hoy sufrimos las consecuencias de depender de una fuente de ingresos dominante.
En conclusión, para tratar de aminorar la situación actual, lo más recomendable es proyectar mecanismos de inversión atractivos para los extranjeros, reducir la tasa de aranceles e impuestos, comenzar a apoyar a la industria y promover el ahorro de capital. Sin embargo, ante el anuncio de una nueva reforma tributaria no queda clara la intención del Gobierno que parece diseñada más para tapar huecos fiscales y financiar déficit que para brindar soluciones de largo plazo.
Ricardo Gómez LondoñoIngeniero FinancieroRicardo-2025@hotmail.com

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